Una ecuación con dos incógnitas o una adivinanza circular con estirpe de acertijo; un camino y dos direcciones que lleven a ningún lado, un laberinto de infinitas entradas y ninguna salida. Cualquier cosa que no logre calmar el tejido cerebral y conforme a unas pocas neuronas con forma de lógica basta para inquietar la mente. Todo lo que no se pueda explicar, lo que no se pueda resolver, lo que no se pueda cerrar, lo que no confluya a un solo punto, lo que no concluya, todo pone nerviosa a la mente, que si no resuelve se revuelca en la turbulencia de las ideas hasta que los caminos de la lógica desvanecen en los terrenos de la ignorancia, que se hacen miedo. No hay nada peor que lo inexplicable, ni un cuchillo mas filoso que la incertidumbre, para la mente que necesita del orden; de cajones donde se guarden cosas de la misma especie, de los mapas que digan por donde llegar, de las formulas que digan como llegar, y de los certificados de llegada que se extienden en la meta. Evidentemente, no nos mata la muerte, sino las sucesivas muertes en vida que sufrimos en pos de evitarla, nos mata el miedo que la incertidumbre nos provoca.
Entreparéntesis
Hace 15 años
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